La melodía de enero en siete imágenes.







Hasta la próxima.
La melodía de enero en siete imágenes.
Hasta la próxima.
El Otoño trae luces nuevas y miríadas de viajeros.
Como ave migradora, el paseante regresa de las tierras inundadas por el Ebro cuando quiere alimentar al Mediterráneo. En la mochila de recuerdos trae tesoros, vivencias que al reposar dejan un agradable poso.
Es difícil resumir tantas sensaciones, quizás estas doce estampas puedan ayudar.
El Delta tiene sus propios habitantes…
También hay otros protagonistas alados.
Las luces del atardecer despiden esta crónica…
Hasta la próxima.
Crónica visual en 14 estampas y 12 especies.
Caminar es una oportunidad para los encuentros. El paseante en la ribera del Alberche disfruta de una compañía variada en las primeras horas de un incipiente estío. Sólo hay que saber observar…
Es más fácil localizar a los más pequeños cuando el aire es fresco todavía…
No todo son mariposas… hay otros insectos de indudable belleza….
…aunque la belleza puede ser un concepto relativo…
El sol toma fuerza y nos alejamos de la orilla… Visitamos otro tipo de paisaje, con otros personajes…
Ahora son las especies emplumadas las que captan el interés del observador…
Hay nuevas generaciones que se abren paso…
…aunque aún no son del todo independientes…
Ya toca ir regresando, el calor se intensifica y algunos disfrutan de esta circunstancia…
De vuelta se hace recuento… encontrarse con uno mismo es otro de los beneficios del andar.
Hasta la próxima.
Un paseo por el parque periurbano del Soto, en Ávila
Animado por el frescor de las primeras horas del día, el caminante se acerca a la ribera del río Adaja, a su paso por la capital Abulense. Una preciosa dehesa de fresnos, convertida en parque de uso público, es lugar para sus observaciones.
A la llegada, el observador es recibido por simpáticos animalillos de largas orejas…
El Soto respira vida, ésta se manifiesta de un millón de maneras a cada paso….
El sol es atrapado y transformado en alimento.
Las aves toman protagonismo con los primeros rayos…
Muchas especies están casi siempre fuera de la vista del paseante…
Y otras afrontan los primeros días del estío como mejor saben…
Es tiempo de plumas nuevas….
Y ya de regreso, desandando los pasos que se dieron cuando el aire era más fresco, el observador tiene la sensación de que hay alguien más que siente curiosidad por su entorno. Hay otra mirada escrutadora…
Hasta pronto!!
El recuerdo se diluye y el observador necesita revisitar sus imágenes. La memoria ha encontrado una gran aliada en la tecnología…Estonia vuelve a cobrar realidad en la pantalla del ordenador.
Son 24 fragmentos, escogidos sin criterio, por puro impulso. Las sensaciones de respirar el aire del Báltico, ver las puestas de sol norteñas, sentir el frío del aire de la Taiga, se plasman en unos cuantos bits.
Estonia es tierra de gansos, serretas, porrones… la vida acuática encuentra en este país un auténtico santuario. La costa y mil miles de charcas, lagunas, estanques…
Para ver gansos hay que atravesar las tierras de cultivo. Hay bandos de estas preciosas aves por todas partes…
También hay otras acuáticas, habitantes del limo. Tantas que sólo una cabe en este álbum…
Pero el viaje da para mucho más… el interior del país es un mosaico de tierras de cultivo, granjas abandonadas y el bosque norteño, la Taiga. Una fila interminable de abedules, sauces y coníferas, cuyas entrañas parecen impenetrables y donde habitan espíritus vetustos, encarnados en osos, linces o alces.
La vida es dura tierra adentro. Diferentes criaturas aparecen a nuestro paso, pero observarlas es mucho más difícil que en la costa. Paciencia y esfuerzo para encontrarlas.
Estonia es también una tierra de luces y reflejos.
Hay veces en las que el paseante debe cambiar su oficio y convertirse en sedentario observador . Cuando se quiere contemplar a la realeza de cerca hay que recurrir al señuelo, el escondite y la paciencia. Toca pasar horas tras un cristal y confiar en que la visita finalmente se produzca.
A mediados de marzo las Águilas reales del Sur de Ávila deben estar a punto de realizar su puesta, si no lo han hecho ya. La pareja domina territorios extensos, con zonas de alimentación y cazaderos a veces muy alejados de los nidos. Mantienen a raya o todos los competidores o potenciales enemigos en unas 500 Has alrededor del nido, y lo hacen con valentía y fiereza.
Un escondite, tras un cristal espía, nos dará la oportunidad de observar esta imponente rapaz a escasa distancia… son las ocho de la mañana.
A las doce del mediodía, tras cuatro horas de espera en buena compañía, baja el rey. En muchas rapaces los machos son bastante más menudos que sus parejas y en este caso la diferencia de tamaños es evidente. Antes de dirigirse a la pitanza inspecciona el lugar en busca de algún peligro y cuando considera que todo está correcto empieza a emitir su insistente reclamo para llamar a su compañera.
La hembra se posa en unos pinos cercanos y el macho se siente confiado para comer…
Una vez sobre la comida adopta una actitud amenazante, ya que algunos buitres sobrevuelan la zona…
El estado de alerta no le quita el hambre, más bien al contrario, comienza a consumir la carne con avidez…
Finalmente la hembra se decide a bajar también. El hecho de que los dos individuos se alimenten al mismo tiempo nos induce a pensar que aún no se realizado la puesta. Las reales siempre ponen dos huevos, aunque normalmente sólo se conseguirá sacar a un pollo adelante.
Como se aprecia en la imagen, la reina tiene una pequeña inflamación en la comisura del pico…aunque no le afecta en absoluto para alimentarse con normalidad. Devora incluso a un ritmo mayor que su consorte.
El pico de estas enormes aves de presa funciona como un auténtico “sacabocados” y desgarra con facilidad cualquier tejido animal (carne, piel, tendones…). También se valen de sus poderosas garras para sujetar la comida o para dar muerte a sus víctimas cuando tienen que cazar. Pero hoy toca comida fácil…hay que aprovechar.
Al cabo de un rato, no más de media hora, y con el buche lleno, se da por terminado el festín. Sólo quedan unos pocos jirones de carne y un puñado de moscas que atestiguan que allí hubo comida…
Un ligero paseo para recolocar el buche y preparar el despegue. Cuesta volar con peso extra…
Finalmente, y con ayuda de su aliado el viento, la real planea sobre sus dominios y nos deja con ganas de disfrutar un rato más de su majestuoso porte…
Hasta pronto!.
La Feria Internacional de la Ornitología de Monfragüe ha acabado. Toca volver, y el observador ha echado de menos el contacto con el entorno, han sido muchas horas debajo de la carpa. Hay que hacer largo y provechoso el regreso, aún queda tiempo para deleitarse con unos selectos bocados de la naturaleza extremeña.
Nos detenemos un instante en la puerta de entrada del Parque Nacional cuando se viene de tierras abulenses. Rocas ancianas, decoradas con líquenes, que dan cobijo a buitres que parecen gárgolas de una destartalada catedral.
El águila imperial ha tomado posesión de este afloramiento pétreo, anida en un alcornoque cercano y patrulla sus dominios poniendo firmes a todos los que se atreven a invadir su espacio aéreo.
Tras esta escala, el paseante decide poner rumbo zonas más llanas, no sin antes ser despedido por dos de las especies habituales que hacen disfrutar al visitante…
La siguiente parada es el embalse de Arrocampo, en el término municipal de Saucedilla.
Cerca de la entrada del parque ornitológico de Arrocampo el caminante puede observar una ave bellísima…
A nuestro paso salen distintas aves, otras nos observan desde sus provisionales atalayas y otras surcan un cielo cada vez más despejado…
Llegamos al final del camino, en un dique que atraviesa el embalse por esta parte se encuentran cormoranes, garzas, cigüeñas…
Hay torretas de alta tensión que provienen de la cercana Central Nuclear de Almaraz. Tiene instalados unos elementos para “disuadir” a las cigüeñas, y que no puedan instalar sus nidos. Su utilidad es discutible…
La escala finaliza, y aquí el observador también es despedido por los habituales del lugar…
Hasta pronto!!
Enero acaba con una sucesión de frentes que han traído frío y nieves. El campo, sediento tras una dilatada sequía, muestra otra cara. Tras un largo y merecido trago, devuelve en forma de bruma lo que ya no necesita. Es su hálito matutino.
El paseante disfruta de la calma matinal, de esa luz que parece dar más relieve a los sonidos. El Zorzal Común canta desde el soto y le acompañan los Carboneros Comunes y el Escribano Soteño.
Bajo la capa de niebla la actividad no se detiene, y las aves comienzan sus tareas mientras el sol trata de imponerse.
Las pequeñas gotas de agua en suspensión modelan la luz. Algunas han sido capturadas por trampas que no fueron pensadas para ese fin…
El observador continua su camino, la temperatura aumenta y las Cogujadas Montesinas y las Totovías celebran el calorcito con trinos jubilosos.
Algunas aves más salen a nuestro paso de vuelta hacia el río.
En las proximidades del puente medieval se mueve una pareja de carboneros.
Hay otras especies, se mueven entre los Enebros de Miera (Juniperus oxycedrus) que ahora están en flor.
Acabando el paseo el caminante descubre a un vigilante en su atalaya. Sobre la pequeña encinita está el Alcaudón Real (Lanius meridionalis), testigo habitual de las andanzas de un servidor.
Hasta la próxima.
A mediados de Enero las temperaturas se han desplomado. El agua del bebedero se congela y el viento arranca las últimas hojas que pretendían seguir aferradas al melojo.
Los pajarillos se afanan en buscar comida con los primeros rayos de sol. No todos han podido superar la noche helada. Pero ellos si, incluso el macho tiene fuerzas para cantar una áspera estrofa desde la antena del tejado cercano. Son resistentes, muy resistentes. Y tenaces, no dejan de defender su territorio durante todo el año. Los Colirrojos Tizones siguen ahí fuera, plantándole cara al invierno.
Creo que se trata de una de las especies emblemáticas de la modalidad de observación de aves en “batín y zapatillas”, del sedentarismo ornitológico, frente al turismo ornitológico.
Hace años que los colirrojos descubrieron un hábitat perfecto para desarrollar su existencia entre los muros, tejados y paredes de nuestros pueblos y ciudades. Tan bueno o mejor que los riscos y acantilados donde sus antepasados medraban. Aunque algunos nostálgicos siguen volviendo a las montañas del sur de Ávila para criar, el frío hace que tras el verano se reencuentren con sus parientes urbanos.
Las aves que ahora observo desde mi ventana pasan todo el año junto a mi, incluso han sacado adelante a su prole en mi jardín…o quizás debo decir su jardín. El pasado verano hice algunas fotos de los jovenzuelos.
También es una ave que observo con facilidad cuando calzo botas y no pantuflas. La encuentro a lo largo de mis paseos por los alrededores, ocupando lugares adecuados. Territorios que defienden a lo largo del año.
Se trata de un ave eminentemente terrestre, que corretea, avanza rápidamente a saltitos y se para de golpe. Picotea nerviosa y sacude la cola como si le diera un escalofrío. Le encanta posarse en rocas, muretes de piedra, postes poco elevados…pero raramente se posa en árboles y rehúye de las zonas boscosas con densa vegetación.
Su dieta es sobre todo insectívora, consumen dípteros, coleópteros pequeños, himenópteros y lepidópteros, así como sus larvas. También les he visto capturar ciempiés y babosas.
Los colirrojos tizones son habituales compañeros del paseante, a menudo se muestran curiosos y parecen escrutar a quien les observa. Forman parte del paisaje vivo del Valle del Alberche y sus poblaciones parecen ser estables o con tendencia positiva. Crían alrededor de un millón de parejas en España. Confío en que “mis colis”, esos que me dejan vivir a su lado en su jardín, lleguen también a reproducirse la próxima temporada.
¡Hasta pronto!.
Texto y fotos, Nacho Sevilla.
Bóreas, el dios del frío viento del norte, ha enviado sus heraldos. Las horas de luz se reducen, al tiempo que llegan miríadas de aves con noticias de tierras septentrionales. El paseante observa a unos inquietos animales en la orilla del río…
Las Nutrias se muestran más activas durante los cortos días invernales, no parecen preocupadas por la presencia del observador y continúan con sus juegos, sus persecuciones, sus cacerías… y sus amoríos.
Los tramos fluviales del sur de Ávila acogen una interesante población de estos mustélidos que hace años parecían invisibles. Fácilmente podemos detectar su presencia gracias a sus huellas, excrementos o señales de alimentación.
Con un poco de paciencia podremos descubrir algún movimiento en la superficie del agua que delatará a nuestra compañera…
Debemos evitar cualquier tipo de molestia, sólo permanecer quietos y en silencio…ellas seguirán con sus quehaceres.
Las nutrias defienden territorios de entre 5 y 7 kilómetros de río… generalmente son las hembras las encargadas de marcar sus límites con las deyecciones.
La pareja permanece junta durante gran parte del año, pero al final de la gestación y durante la crianza la hembra se queda sola a cargo de la prole…los machos abandonan el territorio común y exploran otras zonas de campeo. El celo puede ocurrir en cualquier periodo, aunque es más habitual en los meses fríos.
La gestación dura unas nueve semanas y la camada oscila entre 2 y 5 crías, siendo lo más habitual los partos de dos o tres retoños.
Se estima una longevidad de unos 15 años, y la madurez sexual se alcanza entorno a los 18 meses de edad. Se alimentan fundamentalmente de peces y cangrejos, y dependiendo de la temperatura del agua deben ingerir hasta un 15% de su peso en presas al día.
Parece que sus poblaciones están experimentando un cierto repunte tras la dramática situación en que se encontraban unas décadas atrás, por eso es, afortunadamente, cada vez más sencillo disfrutar de su presencia en nuestros ríos. Es nuestra obligación conseguir que esto siga siendo así y compartir con los demás observadores el placer de ver nutrias en libertad desde el más absoluto respeto.
!!Hasta el año que viene!!.